Samit Hirawat "La diversidad en los ensayos clínicos es clave para que los fármacos sirvan para todos"
El Mundo - Por Pilar Pérez
El director médico mundial de Bristol Myers Squibb apunta que “tenemos que entender la importancia de la medicina traslacional y el uso de biomarcadores” porque “cuando se trata de patologías, no se diferencian entre ellas, pero sí las personas”
Solo mediante la exposición a la necesidad se aprecia mejor la existencia de ciertos detalles que nos reconfortan. Mientras aquí en España, Europa, disfrutamos de las ventajas de una Sanidad que da cobertura a todos los ciudadanos, en otros países se anhela. Samit Hirawat quiso estudiar Medicina porque «he visto la deficiencia de la atención médica en un país que ahora tiene la población más grande, pero no todos los que están allí pueden obtener la atención médica que necesitan».
Hirawat se licenció en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina Sawai Man Singh en India. Para completar su formación dio el saltó a EEUU e hizo la residencia en Medicina Interna y Oncología Médica en el Hospital Universitario North Shore en Nueva York. «Mi experiencia como médico da forma a mi forma de pensar, de vivir y de abordar el desarrollo de fármacos». Y esta breve descripción en LinkedIn se nota a lo largo de la entrevista que mantiene con Papel a su paso por Madrid en una reunión internacional que mantiene Bristol-Myers Squibb con los principales cargos del laboratorio farmacéutico.
Por Hirawat pasa el presente y el futuro de las nuevas terapias que pone en marcha la compañía estadounidense. Como director médico de Desarrollo de Fármacos es capaz de resumir en unos 20 minutos lo que está en fase de desarrollo e incluso aventurarse a manifestar una predicción de su portfolio «basada en datos»: «tenemos el potencial de ofrecer 16 nuevos medicamentos al final de la década».
No se trata de un anuncio sin más. Detrás del mismo hay todo un abanico de moléculas para diferentes patologías casi en la línea de meta. Una carrera de fondo que viene de la «transformación que hemos realizado en Bristol-Myers Squibb en los últimos cinco años». Para poder llegar a ese punto, destaca que «en las últimas décadas, hemos entendido la Biología, los mecanismos y las vías de señalización de las enfermedades. Tenemos que convertir esos esfuerzos científicos en medicamentos reales, para luego pensar en poder ponerlos a disposición de los pacientes lo más rápido posible».
La condición de médico de formación le hace ser minucioso y preciso en las explicaciones de cada ensayo. Y no le hace olvidar la sensibilidad con la que hay que transmitir toda la revolución terapéutica a los pacientes, puntualizando el tiempo en el que se podrán tener los resultados de cada uno de ellos. «Tanto desde el punto de vista de la investigación y del desarrollo clínico, estos experimentos científicos se han de traducir a medicamentos reales y esos tienen que llegar a los pacientes». De lo contrario, «nuestro trabajo no tiene sentido».
Dentro de este ámbito alude a la necesidad de que los ensayos clínicos se realicen con muestras reales de la población que será la diana de esas terapias. «La diversidad en los ensayos clínicos es clave. Tenemos que desarrollar los nuevos fármacos de tal manera que no se haga sólo para determinadas personas, sino que sean aplicables a muchas, a todas en el mundo real». Aquí, Hirawat se muestra orgulloso de ser parte impulsora de la punta de lanza de una nueva forma de investigar que no deja a nadie fuera. «Hemos empezado en EEUU y ahora vamos a llevarlo a escala global, analizando cómo debe ser la definición de diversidad aplicada a varios países y regiones». Esto es un paso clave «para no dejar a nadie fuera», insiste. Y justifica con argumentos que «existe la necesidad de pensar en lo que es la diversidad clínica. ¿Cuál es la comunidad desatendida en España o en Europa o en Asia o en América del Sur? Me apasiona mucho este tema porque realmente cuando se trata de enfermedades, no se diferencian entre ellas, pero sí las personas». Un nuevo concepto de afrontar los ensayos clínicos que «significa que tenemos que entender la Biología, la Fisiología y el panorama del tratamiento en su conjunto».
Con este paso que dan reconocen la diversidad de sexo y raza, que hasta ahora se pasaba por alto en la mayoría de los ensayos clínicos y resulta crítico para entender el impacto desigual de una misma molécula para una enfermedad en personas de diferentes regiones del planeta. «Porque no todas las enfermedades están presentes en todos los países, pero hay patologías que sí. No todos los pacientes responderán de la misma manera al mismo fármaco. Así que tenemos que entender que por eso es importante la medicina traslacional. La exploración de biomarcadores es importante de manera holística para impactar en la población general también».
Esta suerte de innovación que han iniciado en EEUU la trasladarán a otros países donde tienen actividad. «Europa y España son absolutamente fundamentales para la investigación, para la innovación».
Aquí en nuestro país, Hirawat no duda en hacer un guiño a los ensayos que tienen en marcha en Salamanca y en Barcelona en el Vall D’Hebron, donde tienen en marcha más de un centenar de ensayos. «Múltiples innovaciones de Bristol- Myers Squibb han venido de España», remacha.
Su formación como médico le hace pensar primero en conocer al enemigo, la enfermedad, y luego ver cómo poder acabar con él, las estrategias terapéuticas. Tras su formación en EEUU cruzó al otro lado: al mundo de las compañías farmacéuticas. Primero estuvo en Pfizer y más tarde, hasta hace cinco años, en la compañía suiza, Novartis. En ambas lideró divisiones médicas en las que puso en marcha ambiciosos proyectos en el campo de la Oncología.
Reconoce que su pasión «es el desarrollo de fármacos». ¿Y cómo termina un cirujano investigando? Por la curiosidad. «En la facultad de Medicina hice parte de mi residencia quirúrgica, pero sentía la necesidad de acercarme a la solución. Los casos quirúrgicos a menudo abordaban cuestiones que, como médico, yo intentaría evitar en primer lugar. Me cambié a Medicina interna y me enamoré de la Oncología y la investigación clínica».
La práctica clínica y el enfrentarse como médico en primera línea le hace ser más consciente de las necesidades reales de los pacientes. En alguna ocasión ha contado cómo algunos de ellos aún ocupan un lugar en su memoria. «Un hombre joven con un carcinoma anaplásico de tiroides, cuya probabilidad de supervivencia era bastante baja, nos pidió que lo ayudáramos a vivir otros tres o cuatro meses para poder resolver sus asuntos. En ese momento, no teníamos pruebas genéticas ni ninguna terapia dirigida importante. Al final sobrevivió otros 11 meses».